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Cannabis, la eterna promesa

El uso medicinal e industrial de la planta en México avanza en medio de una regulación que no termina de cuajar, mientras las empresas están a la espera de que se cierre el eslabón para desarrollar el mercado.

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La historia ya es leyenda en la naciente industria del cannabis en México: en 2013, cuando el uso medicinal de esta planta estaba prohibido en el país, Raúl Elizalde abrió el camino cuando buscaba opciones para atender a su hija Grace, quien padece el síndrome de Lennox-Gastaut, un tipo de epilepsia infantil. Él y su esposa, Mayela Benavides, lograron que Grace se convirtiera en la primera paciente en México en recibir la autorización para acceder a un tratamiento de cannabidiol (CBD), un componente que no tiene efectos psicoactivos ni alucinógenos.

Tras este éxito, el siguiente paso fue empresarial. En 2017, la firma global Hemp Meds, que produce y vende productos derivados del cannabis, llamó al abogado regiomontano para que se encargara de las operaciones en México y América Latina. Era un momento clave, ya que en el país se acababa de aprobar el uso de medicamentos con menos de 1% de tetrahidrocannabinol (THC), el componente psicotrópico de la planta.

Así nació una nueva industria. “En México comenzó por la necesidad que tenían las personas de adquirir productos de CBD. El mercado al inicio estaba necesitado y teníamos que ver la manera de que los pacientes tuvieran acceso rápido a productos seguros, y así llega Hemp Meds al país. Luego, la empresa va evolucionando, buscando las oportunidades en el mercado”, cuenta Elizalde.

El hoy director ejecutivo global de Hemp Meds, un cargo que el abogado asumió en diciembre de 2020, afirma que la aceptación para el uso del cannabis medicinal creció de 50 a 65% desde 2016 a 2021, según sus propios datos. La pandemia sirvió de impulso, pues más personas buscaron atender sus problemas de salud con este tipo de productos.

Raúl Elizalde con su hija Grace, la primera niña que tuvo un permiso para el uso de marihuana medicinal en México.

Leopoldo Rivera, organizador de la ExpoWeed México, Martha Tagle, senadora de la república, Raúl Elizalde, de la Fundación por Grace y Dion Markgraaf, director en México de General Hemp, durante la conferencia de presentación de la ExpoWeed, en 2016.

Las ventas de Hemp Meds, que comenzó en Estados Unidos a desarrollar productos con CBD en 2012, crecieron 40% en 2021. En los últimos cinco años, ese porcentaje ha subido 250%. Ahora, la compañía alista un plan para iniciar con la manufactura en México, con un foco específico en la exportación, además del abastecimiento del mercado local.

El caso de esta firma muestra el avance de un sector que ya mueve millones de dólares en Estados Unidos, y con un potencial sobre el que se han escrito ríos de tinta y se han impartido centenares de conferencias. En el mundo, el valor de mercado fue de 16,470 millones de dólares en 2021, y la consultora Market Data Forecast estima que llegará a los 46,180 millones en 2026, con una tasa de crecimiento anual compuesta de 22.9%. En la pelea por posicionarse en la región, Brasil, Panamá y Uruguay ya han tomado la delantera.

En México, pese a ello, también se proyecta un desarrollo acelerado. El valor de mercado del cannabis medicinal puede superar los 1,300 millones de dólares en 2028, mientras que el cannabis recreativo puede sumar 655 millones de dólares ese año, según cálculos de la consultora Statista.

Pero la promesa no acaba de cumplirse, en gran parte porque la regulación para el uso industrial y lúdico de la planta aún está pendiente y porque la parte médica acumula retos sin resolver.

“Una vez que exista una regulación que permita la manufactura y la siembra con reglas claras, la inversión va a elevarse. Mucha inversión está parada, esperando las regulaciones y esperando encontrar la manera en que la industria pueda despegar”, destaca Elizalde.

De la flor del cannabis se extrae el CBD, uno de los componentes de uso médico que no tiene efectos psicoactivos.

México aprobó el uso de cannabis medicinal en 2017. Desde entonces, muchas compañías, como Hemp Meds, comenzaron a operar con los permisos otorgados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). Pero los lineamientos para esta industria no llegaron hasta el 12 de enero de 2021. Este reglamento dio luz verde a la investigación médica sobre productos de cannabis, y también permitió el cultivo para el desarrollo de medicamentos. Quienes deseen vender la planta como parte de la cadena productiva tienen que comprobar ante la Cofepris los fines de uso medicinal de la producción.

El círculo normativo aún no se cierra. Decenas de competidores del sector, que se reunieron en noviembre en el CannabiSalud Business & Investment Summit, en Cancún, coincidieron entonces en que la ley tiene muchos límites. Las reglas para la investigación farmacológica, la expedición de recetas específicas para estos productos y el registro de los pacientes son puntos que generarán cuellos de botella. Y la regulación para el uso adulto y la industria del cáñamo sigue también pendiente.

Mientras esperan, el interés de las empresas va creciendo. Hasta el 25 de enero, había 147 marcas con la palabra “cannabis” en trámite ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), a las que se suman 27 ya registradas. La búsqueda realizada por Expansión encontró otros 187 trámites de marcas para la palabra “CBD”, más 16 ya registradas.

Hemps Meds, una filial de Medical Marijuana Inc, que cotiza en la Bolsa de Valores de Estados Unidos y tiene su sede en San Diego, California, fue la primera compañía en importar medicamentos de cannabis al país. Y hay más empresas a la espera de que se concreten las regulaciones en México. Por ejemplo, Yerba Bruja Company, que nació en 2017, tiene el objetivo de convertirse en proveedor de insumos para el sector.

Desde su constitución, se ha dedicado a establecer procesos de extracción para la transformación industrial del cáñamo en diferentes insumos aislados del CBD. Aunque la mayor parte de su trabajo sigue en el laboratorio, ya ha logrado prototipos de fórmulas para productos como cosméticos y suplementos alimenticios.

Esta empresa tiene un antecedente en la extracción herbolaria, una actividad que algunos de sus socios desarrollan desde hace cerca de 35 años. Pero tras la legalización de su uso medicinal, Ubaldo Orozco y Marcela Naquid Gil pusieron el ojo en el cannabis. “En 2018 ya teníamos algunas marcas registradas. Teníamos como herramienta de negocio el laboratorio de extracción, entonces fue cuando le empezamos a dar más forma al proyecto de cannabis que ahora es uno de los más fuertes de Yerba Bruja”, declara Naquid Gil, directora administrativa de la compañía.

Orozco, el director general, añade que, en estos años, la firma se ha dedicado a estar al tanto de las tendencias y a trabajar en el desarrollo de investigaciones para cuando la regulación entre en vigor. Yerba Bruja Company, que en el futuro pretende maquilar los productos finales, ya cuenta con 150 fórmulas propias, algunas sin CBD.

“Todavía no hemos realizado ninguna producción con cáñamo [pues sigue prohibida en México]. El día que el mercado despegue va a ser uno de los más sólidos, y por ello ahora hacemos bien las cosas, en lugar de salir ya y quemar nuestra marca y nuestro prestigio”, dice Orozco.

La actual regulación para el uso médico del cannabis no permite la siembra de la planta en México.

LA OTRA MONEDA DEL CANNABIS

Mientras empresarios, activistas, pacientes y usuarios esperan a que la Cámara de Senadores expida la Ley Federal para la Regulación del Cannabis, la industria que ya se está generando alrededor de la planta avanza por diferentes vertientes. Una es la educación, el segmento al que se orienta Cannativa.

Una de sus fundadoras es Genlizzie Garibay, conocida como ‘Polita Pepper’, quien inició “en la clandestinidad”, cuenta. En 2014, Pepper y Nico Malazartes comenzaron a compartir la información sobre el cannabis que habían aprendido durante una estancia en granjas orgánicas medicinales de California. Así contactaron con muchas personas que buscaban ayuda para enfrentar enfermedades crónicas o terminales.

Entonces, Pepper y Malazartes se dedicaron a ofrecer talleres clandestinos sobre el cultivo de la planta y la elaboración de aceites medicinales. “Citábamos a la gente en un metro, y quienes llegaban eran personas desahuciadas o madres absolutamente desesperadas porque ya habían probado de todo y solo les faltaba el cannabis. Todo el crecimiento fue del boca a boca y cada vez se sumaban más pacientes, ‘impacientes’ de no encontrar opciones en la medicina tradicional. Teníamos la educación como herramienta de transformación social”, explica Pepper.

En 2016 crearon Cannativa como una asociación civil. Hoy da cursos sobre los usos y tratamientos de la planta del cannabis e, incluso, ofrece acompañamiento y asesorías corporativas a los emprendedores que buscan hacerse un espacio en la industria. Los costos de los talleres rondan los 100 dólares, y hasta ahora cerca de 3,000 personas han pasado por las aulas de Cannativa. La meta es triplicar este número. “El sistema en línea llegó para quedarse, y en la medida en que podamos trabajar en educación a distancia, tenemos mayor potencial para convertirnos en una plataforma especializada en dar cursos virtuales sobre cannabis”, dice su fundadora.

El siguiente paso es echar a andar esa plataforma de educación virtual e investigación educativa, respondiendo a las peticiones del público que se acerca a los cursos, que ahora también está integrado por terapeutas, médicos y hasta empresarios con interés en el sector. Los emprendedores están a la caza de inversionistas interesados en el proyecto.

Además de la educación, hay otras actividades que crecen alrededor del cannabis, y ya hay inversionistas listos para dar un impulso a algunos proyectos. Un ejemplo es Cannabis Trust Fund, un fondo de inversión creado bajo la figura de Sociedad Anónima Promotora de Inversión (SAPI), que tiene como fin impulsar a las empresas de la industria en México.

El fondo se constituyó el año pasado, una vez que la reglamentación para el cannabis medicinal fue publicada por las autoridades, y en 2021 logró tener un market cap de 15 millones de pesos de inversiones realizadas por particulares, mientras alista las rondas de inversión dirigidas a corporativos. Jiangsu Wonpeg, su director general, explica que las líneas de negocio en las que ya tiene inversiones son proyectos con éxito probado y que se van adecuando a la evolución del mercado nacional.

Fuente: Elaboración propia con información de empresas del sector.

Una de ellas es la organización de eventos, después de que el fondo adquiriera el grupo Cañamería Global, que cuenta con publicaciones de libros especializados en cannabis y la revista Cáñamo, además de las licencias del ExpoWeed, que tuvo su primera edición en México en 2016. El objetivo es hacer crecer la marca y la publicación de la revista en países como Guatemala, Paraguay, Ecuador y Argentina, ayudando a “desmitificar la planta”, dice el empresario.

La otra pata del negocio es el comercio minorista. La primera Cáñamo Shop abrió sus puertas hace tres años en el centro de la Ciudad de México. Allí se comercializan mercancía como gorras, playeras o peluches relacionados con la planta, además de algunos cosméticos y cremas que no contienen CBD y cuya importación está permitida por el actual marco legal. La compañía pretende crecer bajo un esquema de franquicias –aunque aún no revela el monto estimado de inversión– y más adelante proyecta comercializar productos elaborados a partir de cáñamo, una vez que la regulación esté lista y publicada.

A estos negocios se suma la reciente creación del Cannamedical Center, un centro médico especializado para quienes opten por recibir tratamientos de cannabis, y que fue desarrollado en alianza con la Asociación Mexicana de Medicina Cannabinoide, que imparte ya posgrados especializados en instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En el largo plazo, la industria del país espera la llegada de proyectos de cultivo de cáñamo para producir fibras, textiles, biomasa o bioconcreto, pero para ello se necesitará una Norma Oficial Mexicana que aún no está considerada en las regulaciones. ¿Y el uso lúdico y la venta mediante dispensarios? Eso se ve como el último escalón.

“Tenemos la experiencia de haber estado en el nacimiento de la industria en otros países y eso nos ayuda a poder visualizar por dónde puede ser que rebote la pelota”, afirma Wongpeg. No nos adelantamos a nada, estamos muy emparejados con los temas legislativos, siempre trabajamos dentro de los marcos jurídicos, pero hacemos muchos esfuerzos por impulsar la ley y los reglamentos”, finaliza el directivo.

Se prevé que en el actual periodo de sesiones, el Senado retome el debate para aprobar la Ley Federal para la Regulación del Cannabis.

 

CRÉDITOS:

INFOGRAFÍA: Oldemar González / DISEÑO Y PROGRAMACIÓN WEB: Salvador Buendía / COORDINADORA DE FOTOGRAFÍA: Betina García / EDITOR DE FOTOGRAFÍA: Arturo Limón

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